En estos tiempos que corren en Venezuela son pocas las noticias que pueden alegrar a alguien que en la distancia tiene que conformarse con las migajas informativas que llegan gracias a la censura informativa que el actual régimen gubernamental tiene sometido al país. Curiosamente, a partir de la idea de callar a los medios de información como lo son radio, prensa y tv han salido mas periodistas de esto que llaman hoy día los 2.0 y gracias a un par de ventanas sociales como lo son Twitter y Facebook los ciudadanos comunes con teléfono móvil en mano, cuyas tecnología permiten grabar imágenes y voz así como, fotografiar los hechos al momento y publicarlos han mantenido una lucha por intentar recuperar un país al que se empeño en destruir.
Y en esa cadena de malas noticias ofrecidas en una de estas redes sociales, terminó por arrebatarme el sueño de una cachetada esta fría madrugada vietnamita. La muerte del Dr. Jacinto Convit, un señor que se convirtió en mi héroe al momento de conocer su trabajo por los años 88-89, cuando en las escuelas nacionales te hablaban de personas que valían la pena. Mi querida maestra Corina se tomaba la molestia de leernos la prensa e inspirarnos con historias reales, de personas reales y al alcance de nuestros ideales.
Quien fue el Dr. Jacinto Convit? Este señor fue un ciudadano a quien le importaba el ser humano, un hombre que se horrorizó al descubrir que existían unos lugares llamados leproserías, sintió vergüenza de ver como eran capaces gobiernos y familiares de abandonar a los enfermos y mantenerlos amarrados y al olvido. Tanto le impacto aquella imagen que se dedicó a buscar una solución para ayudar a los que padecían esta enfermedad, y lo consiguió, en colaboración con otros colegas, desarrolló la vacuna contra este mal. Era un ser humano con Don de Gente,eso de lo que muy poco se ve en la cotidianidad. Nunca practicó la medicina privada y el hecho de ser nominado a un premio Nobel no le dejó aires de grandeza ni le quitó el sueño. Y no se detuvo, siguió trabajando, desarrollando y una nueva obsesión, conseguir la cura contra el cáncer.
En su vida personal fue casado, 4 hijos, un accidente le arrebató al segundo de sus hijos. Los que viven, 2 siguieron los pasos de su padre. No aspiró a ser millonario, vivía en un pequeño apartamento donde hacia caminatas para ejercitarse, según él era su secreto para la longevidad. Nunca practicó la medicina privada, todo lo que deseaba era ayudar. Es mucho lo que hay que decir de este científico tan nuestro cuya muerte debería tener honores de jefe de estado porque de sus manos muchos vieron luz, muchos descubrieron la vida. Pero las cosas en mi Venezuela son así, pueden hacerle estatua a un asesino pero no honrar a quien respetaba la vida.
Era fría esta madrugada y y después de leer el titular no fue fácil recupera el sueño, es obvio, el día tenia que llegar para alguien a quien la vida premió con un siglo en sus años, pero es difícil aceptar la pérdida y dar un adiós cuando la persona que parte es un verdadero héroe que mas allá de sus logros solo pedía recursos para seguir ayudando.
Se que su alma parte tranquila y que su cuerpo ahora va a descansar. Adiós héroe!
Serena Navarrete
@SerenaRF1