Puedo con mucho orgullo decir que conozco a Iru Balic, una maravillosa atleta venezolana, a quien he visto con brazos y piernas, ponerle ganas en sus entrenamientos y quien se esmera en buscar la manera de financiarse sus competencias, ya que se empeña en competir con la bandera de Venezuela, pudiendo competir con la bandera de su otra nacionalidad, con la que seguramente, no tendría problemas conseguir algunas empresas que la patrocinen. Pero NO, nuestra sirenita de la Guaira, con mucho orgullo sigue aguantando la respiración bajo el agua con el nombre de la bandera que la vio nacer, así como también ha decidido pasar parte de su segundo embarazo en Venezuela, y lo más hermoso, mostrarle a su primogénita las bellezas y bondades del mar donde ella se formó.
Iru es, una persona transparente, llena de buena vibra, con una sonrisa que encanta y contagia. En pocas palabras, es una tipa con quien provoca pasar horas y horas. Salsear, comer empanadas, tomar un café, celebrar un cumpleaños, verla dar una charla, comer paella en su casa. Todo, todo en ella enamora. Además de todo eso, Iru, tiene el récord nacional femenino en descender 53 metros en la modalidad bi-aletas.
Para los no entendidos en la materia, la apnea o buceo libre es un deporte en el cual se debe mantener la respiración suspendida de manera voluntaria, mientras la persona se sumerge lo más profundo que pueda soportar su cuerpo sin respirar bajo el agua. Y para quienes no lo saben, Iru se encuentra en la tercera posición de la Asociación Internacional Para El Desarrollo De la Apnea (AIDA Freediving World), además de ser instructora y coach de freediving. Se había retirado cuando estuvo embarazada de su primera hija, y por la maternidad, también decidió volver a las competencias. ¿Porqué? pues para que su hija crezca aprendiendo las cosas por el ejemplo de su familia, y sepa bien, que más allá de los límites del amor propio, nadie más puede, ni debe detenerla.
¿A qué viene este texto sobre una apneísta repentinamente? Es que recientemente Iru, junto a Monitor Dólar, han subido a sus redes un video donde ella lleva a su hija y a su barriga a ver tiburones en las costas venezolanas y los comentarios negativos no han dejado de llenarles sus respectivos buzones.
Estoy muy segura que a Iru estas opiniones les resbalan, como ha de resbalarle la espuma del mar en su traje o la sal de la playa en su cuerpo cuando termina de nadar, y créanme que a mí también, pero a veces, una no debe quedarse callada y se debe también ponerle cierre a la lengua ajena. A cada uno de aquellos que le han criticado su hazaña, les digo, esa es la vida de Iru y ustedes, vivan y aprendan a vivir sin miedo, porque me atrevo a creer, que todo aquel que la ha criticado por “exponer” (como he leído en algunos comentarios) la vida de la niña, son muchos de aquellos que se mantienen en un matrimonio infeliz “por sus hijos”. Guárdense sus opiniones negativas para el espejo, cuando se estén sacando la paja de su ojo y aprendan, que, tanto en la vida, como en la música, si no es para mejorar algo, es mejor, no romper el silencio.
Por si les interesa mirar como una atleta profesional, se sumerge al mar y enseña a su hija amar y respetar el mar, el mundo marino y la naturaleza, les adjunto el link directo de su cuenta de instagram: https://www.instagram.com/reel/Cnh6OLjLG2K/?igshid=MWI4MTIyMDE%3D
Ah, y que privilegio Lara. ¡¿Quién tuviera una madre tan chevere, así como la tienes tú?!

Es un gusto estar de vuelta en el blog.
Saludos,
@SerenaRF1
Rocío Romero Navarrete.