
Tengo que quitarme el sombrero ante Robert Kubica. Regresar a un auto de Fórmula 1, ocho años después de un accidente en el que su mano derecha resultó maltratada, y que ha estado no solo meses meses, sino años, haciendo fisioterapia para recuperar la mayor cantidad de movimiento posible, es una hazaña tan grande como la de Alessandro Zanardi, después de su accidente en Lausitzring en 2001.
Y me quito el sombrero, porque normalmente volver después de esto, habría sido una sentencia de muerte. Y eso es, por lo que muchos apostaron en ese momento. Recuerdo lo que decían cuando se recuperó y volvió a los rallys por un tiempo, incluso corriendo en el WRC. El noventa y cinco por ciento de las personas decía en las redes sociales frases como: «Pobrecito, su carrera en la Fórmula Uno ha terminado», «Si no fuera por el accidente, habría sido un grande», etc. Estas personas afirmaban, que ya no lo verían conduciendo un Fórmula Uno. En el mejor de los casos, solo sería de manera simbólica.
Bien, volvió a la Fórmula Uno. No una, ni dos, ni tres, sino con la frecuencia suficiente para demostrar que aún era alguien valioso, sus impresiones eran acertadas para los ingenieros, para un equipo. Y es por eso que Williams lo contrató para la temporada 2019, cuando en 2018 prefirió darle una oportunidad a Serguei Sirotkin, que pensaron que no cedió.
Vi su mano al volante este año controlar todas las funciones, y no me engaño al decir que es, una hazaña sobrehumana. Estamos hablando de una máquina de 900 caballos de fuerza, que no es fácil de controlar. Y, sin embargo, solo perdió entre uno y dos segundos para los pilotos a dos manos, algo que debe ser alabado, no criticado. Y él sabía todo esto y aún así se ha mantenido firme a la temporada detrás del volante ante otros diecinueve conductores.
Si su chasis fuera un Mercedes y el fuera el último de la parrilla, por ejemplo, podría entender las críticas de los que piden que le retiren del asiento con efecto inmediato, como muchos lo hacen en las redes sociales, pensando que la Fórmula 1, es como el fútbol. De hecho, creo que estas personas envenenan el medio ambiente, porque poco o nada saben lo que dicen. Pero este año Williams parece haber dado una semblanza 1975 y aunque Kubica siempre ha estado detrás, pero no muy lejos, de su compañero George Russell. E irónicamente, es con el polaco con quien Williams ha optenido su único punto del año hasta ahora.
Ahora imagine a Kubica en 1992 guiando el FW14 como está ahora. Entonces si se podría afirmar las declaraciones de Nigel Mansell de que cualquier mono podría conducir ese auto, que se arriesgaba a convertirse en campeón mundial …
Cuando escuché la semana pasada el anuncio del fin de su contrato con Williams para el final de la temporada, tuve la sensación de que había cumplido su misión. A todos les demostró que era tan capaz de conducir una Fórmula 1, incluso con las limitaciones que tiene. Y pocos se han dado cuenta, ya sea porque no ven, o porque no les importa, o porque piensan que la Fórmula 1 es para superhombres, preferiblemente blancos, excepto Lewis Hamilton.
Por mi parte, gracias por sus servicios y el espectáculo. No tienes nada más que demostrar. Puedes seguir tu vida en otras categorías o como lo desees Lo has logrado, y copiando textualmente las palabras de Richard Bach, eres un Juan Salvador Gaviota, cuando otros apenas ven limitaciones, tu has ido más allá, no te rendiste, sigues siendo un excelente piloto, y apuesto que más de uno te buscará para piloto de pruebas, ya es sabido de tus conversaciones con Haas y Racing Point. Kubica, recuerda, el cielo es el límite y mientras estés en la tierra, vuela como quieras pero no te detengas.
Texto de Paulo Alexandre Texeira con Modificaciones por Rocío Romero
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